Hay libros que son portales, y este es uno de ellos. Entre sus páginas pulsa un rito antiguo donde la poesía no es ornamento, sino materia viva que resquebraja lo dormido en nuestros huesos.
Cada verso abre un espacio donde lo oculto reclama su voz, donde las cicatrices arden como signos, donde comprendemos que la mutación verdadera ocurre en las sombras. Este grimorio recuerda que dentro de nosotros habita un ser desatado, esperando irrumpir y reclamar su dominio en el umbral que separa lo visible de lo secreto.
Porque la fuerza más intensa no se elige entre extremos, sino que nace en el momento donde nuestra divinidad se encarna.
Orlando Fallas