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Tanto los que te aman como los que te odian están equivocados: cómo manejar la crítica

Un autor trabaja por años en su libro, se esfuerza, se enfrenta a su crítica interior, invierte recursos y energía en su sueño y, cuando por fin lo cumple, llueven las críticas. Surgen comentarios sobre el diseño de la portada, errores ortográficos o incluso sobre si la historia gusta o no. En el camino de la creación literaria, ya sea que escribas una novela, poesía o cualquier otra forma de arte, es inevitable enfrentarse a la crítica, y es común escuchar sobre el impacto mental y emocional que los comentarios tienen en los creadores. Algunos sienten ganas de justificarse frente a quienes los critican, otros se desaniman y algunos incluso juran retirarse cuando arrecian las críticas. Entonces, ¿cómo se maneja esto? ¿Cómo administramos el derecho sagrado de los lectores a opinar libremente con nuestro propio imaginario, motivaciones y salud mental?


La trampa de las opiniones y la emoción

Las opiniones extremadamente positivas suelen ser cómodas y reconfortantes, pero, por lo general, carecen de matices. Cuando alguien elogia tu trabajo sin proporcionar detalles que justifiquen tal entusiasmo, es una reacción emocional y válida, pero no constituye una opinión informada sobre tus habilidades ni sobre tu obra. Simplemente, algo en lo que escribiste tocó una fibra emocional en su interior. No importa cuántos errores tenga tu libro, o qué tan “malo” sea: lo va a amar, porque le resuena.

Lo mismo ocurre con quienes critican ferozmente. El odio o el desprecio pueden parecer intensos, pero también son únicamente una reacción a que tu trabajo tocó una fibra sensible en su interior y provocó una respuesta. Sin una crítica bien fundamentada, esa opinión no tiene base en la realidad, solo en la emoción. Ninguna habla del autor ni de su trabajo. Hablan del lector y de sus emociones, que, aunque válidas, no tienen relación alguna con el autor o con la obra. Por eso, sin fundamentos teóricos, tanto los que te aman como los que te odian están equivocados.


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Hacia dónde mirar

¿Deberíamos enfocarnos siempre en lo positivo? No hay una sola respuesta para esto. Naturalmente, cualquier autor o autora tiene el derecho de poner su atención en los comentarios positivos, pero hacerlo de manera exclusiva limita las oportunidades de evolución.

Si los comentarios que dicen que soy el mejor autor del mundo no son ciertos, ¿hacia dónde mirar? ¿Hacia los negativos?

No. El mejor lugar para mirar, y el que ha sido mi ancla y mi norte, son los comentarios con una base teórica.

La crítica constructiva es el verdadero tesoro en el mundo de la creación. Este tipo de comentarios se apoya en observaciones fundamentadas que señalan áreas de mejora. La crítica constructiva contiene datos específicos, ejemplos claros y, a menudo, sugerencias. A diferencia de las opiniones subjetivas, una crítica bien articulada puede ofrecer una hoja de ruta para mejorar tus habilidades y tu obra.

Por ejemplo, si un lector menciona que la historia tiene un ritmo lento, pero no señala ejemplos específicos, esa opinión resulta poco útil. En cambio, un comentario que apunte a escenas o capítulos concretos permite al autor enfocarse en cuestiones precisas y cuestionar por qué esas partes no funcionaron del todo. Esa claridad es la que puede dar lugar a un cambio significativo.


El verdadero valor de la crítica

La próxima vez que enfrentes críticas, recuerda que tanto los que te aman como los que te odian están equivocados. Enfócate en la calidad de los comentarios que recibes. Si no contienen datos útiles, no están dirigidos a ti ni a tu obra. La única opinión que realmente importa es aquella que está informada y es constructiva.

Es en ese espacio informado donde se encuentra el verdadero potencial para mejorar tu trabajo. Al final, se trata de crecer y aprender, no de complacer. Como escritores, lo que realmente valoramos son las críticas que nos permiten construir puentes hacia un futuro creativo más sólido.

 
 
 

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